Test drive

SRT Viper GTS

Brutal, rápido y divertido, pero también muy exigente

SRT Viper GTS

Hay que admitirlo, se siente raro mencionar el nombre Viper sin anteponer la marca Dodge, a partir del año pasado Grupo Chrysler decidió que SRT debía ser una marca por separado y al igual que antes, sin embargo una cosa no ha cambiado, el Viper sigue erigiéndose como el buque insignia.

Pese a que las formas lucen sospechosamente similares al Viper original, el nuevo SRT Viper comparte poco con aquel auto, incluso tampoco con su predecesor inmediato. El renovado súperdeportivo pese a que no renuncia a su naturaleza de auto extremo y crudo, es mucho más avanzado tecnológicamente, mejor construido y sobre todo, mucho más civilizado para con sus ocupantes.

El motor como no podía ser de otra manera sigue siendo un bestial V10, con 8.4 litros de desplazamiento y una potencia de 640hp, así como 600 lb-pie de torque que son enviados a unos inmensos rodillos (355/30 Z R19) montados en el eje posterior vía una transmisión manual de relaciones bastante cortas. Una de las grandes novedades es la incorporación de sistemas de seguridad como los frenos ABS y el Programa Electrónico de Estabilidad ESP que dicho sea de paso cuenta con 4 programas de funcionamiento (On, Off, Sport y Track). La suspensión por su parte es ajustable gracias a unos amortiguadores Bilstein, ofrece modos Touring y Sport que también podríamos definir como duro y durísimo.

La modernidad obliga a los súperautos no solo a equipar potentes motorizaciones, también les demanda cuidar mucho el peso en aras de alcanzar el desempeño esperado. El SRT Viper hace uso de la fibra de carbono en cofre, toldo y cajuela, lo que le permite detener la báscula en 1,551 kilos.

En el interior, la mejora en cuanto a materiales y calidad de ensamble es notoria, el Viper ahora ofrece algunas amenidades como el equipo de audio de 18 bocinas firmado por Harman Kardon, Sistema Multimedia Uconnect con pantalla táctil de 8.4 pulgadas que conjuga la interfaz manos libres, navegador, comandos de voz y cámara de reversa. Adicionalmente, un paquete denominado como Laguna que consiste en vestiduras de cuero de extraordinaria calidad, así como toldo en alcántara e insertos de fibra de carbono le permiten generar una atmósfera suntuosa y atractiva.

En la pista

El SRT Viper es un exótico en toda la extensión de la palabra, es ancho y muy bajo (más con el kit estético), los asientos de cubo ofrecen buena sujeción, pero no son precisamente mullidos o confortables.  La visibilidad es mala y en general cuesta un poco encontrar la posición idónea para manejar. Al encender el motor, el display ubicado en el cluster de instrumentos se enciende con una amenazadora imagen de una serpiente, mientras el V10 emite un sonido ronco y amenazante.

Los primeros instantes en la pista sirven para conocer un poco el vehículo, la relación de la transmisión permite subir las revoluciones de inmediato, aunque ahora el Viper es un auto con electrónica (ESP), suspensión ajustable y con geometría de doble horquilla, y en general un desempeño mucho más pulido, sigue siendo un vehículo que demanda mucho respeto, llevarlo al límite requiere manos muy experimentadas y aunque el Control de Estabilidad se pueda desactivar, la realidad es que lo recomendable es dejarlo en modo Track si se busca un poco de deslizamiento, el utilizar el auto con el control apagado es riesgoso. El Viper es binario, se agarra como si tuviera uñas y pareciera que eso no tiene límite y en un parpadeo el eje posterior ya rebasó al frontal.

La suspensión como habíamos mencionado tiene dos modos de uso, la realidad es que en modo Sport se vuelve tan dura que la pista tendría que ser tan lisa como una mesa de billar, de lo contrario termina por castigar mucho a los ocupantes, el modo Touring incluso permite mejor control del vehículo, aun en situaciones de manejo extremo.

Ya habiendo encontrado el setting (ESP en Track mode y Suspensión en Touring mode) ideal para explotar las capacidades del SRT Viper GTS, por lo menos tanto como mis habilidades al volante me lo permitieron, me encontré con un demonio. La dirección es rápida y comunicativa, la bestia bajo el cofre ofrece torque a raudales y la transmisión permite aprovechar cada caballo de poder, el sistema de frenos parece estar a la altura del resto del conjunto, aunque no tuve tiempo de probar sus límites. También se me venía a la mente en todo momento la recomendación (en tono de orden) que me hicieron de cuidar las llantas.

Al salir de pista, tengo el pulso acelerado y una gran sonrisa, el SRT Viper GTS ciertamente es un auto difícil de aprovechar y llevar al límite, es muy exigente, tanto que llega a cansar. Sin embargo superó mis expectativas, es un súper deportivo en toda la extensión de la palabra, un auto de sensaciones extremas y muy divertido además.

Es un perfecto exponente de los súperdeportivos norteamericanos para el nuevo milenio que definitivamente queda a la espera de la variante ZR1 del Chevrolet Corvette C7.